Hoy, la frontera se reabre a los "viajes no esenciales" por primera vez desde el comienzo de la pandemia. Después de veinte meses de restricciones, los mexicanos totalmente vacunados podrán ahora entrar en Estados Unidos para hacer compras o visitar a sus amigos y familiares. Esto es un gran acontecimiento para los habitantes de Presidio y Ojinaga: las restricciones han hecho mella en ambos lados del río. | Read this story in English
By Annie Rosenthal, Traducido por Maria Arce
Últimamente, las cosas en el Dollar General en el borde de Presidio han sido bastante tranquilas. La tienda está a pocos minutos a pie del puesto internacional de entrada, y antes de la pandemia, era un imán para el comercio transfronterizo. Pero a principios de noviembre, sólo había unos pocos clientes dentro, y empleados reponiendo las estanterías.
La gerente Azucena Romero dice que ha sido así desde que la frontera se cerró a los compradores mexicanos en marzo de 2020. Ella estima que el 70% de sus clientes vienen del otro lado de la frontera.
"Antes teníamos como 700 clientes al día", dice. "Y ahora son como 300 clientes al día. Así que es una gran diferencia".
Romero todavía no puede creer del todo que las restricciones de viaje se vayan a levantar hoy, después de meses de rumores. Tarda en hacerse ilusiones. Pero tiene un mensaje para los compradores de Ojinaga: "Estamos preparados. Los necesitamos". Se ríe. "Sí, los necesitamos. Definitivamente los necesitamos".
Esto es cierto para los negocios de todo Presidio. La economía local depende en gran medida de Ojinaga, justo al otro lado del río, donde la población se acerca a los 25,000 habitantes, unas cinco veces la de Presidio.
Durante la pandemia, muchos negocios de la ciudad cerraron, y las autoridades locales estiman que Presidio ha perdido hasta 350,000 dólares en ingresos por impuestos sobre las ventas, lo que es mucho para una ciudad con un presupuesto total de poco menos de 4 millones de dólares.
En el lado mexicano de la frontera, el impacto económico de las restricciones de viaje no ha sido tan intenso, sobre todo porque los ciudadanos estadounidenses todavía podían viajar a México.
Melissa Franco, que representa al gobierno federal mexicano en Ojinaga, cree que las restricciones pueden haber ayudado a las empresas locales. "Hasta aprendimos a valorar más el mercado local, porque antes si te ocurría y pensabas ir a Presidio a comprarlo", dice en español.
Aun así, dice, los residentes de Ojinaga están ansiosos por poder volver a visitar Estados Unidos y ayudar a sus vecinos de Presidio.
El síndico municipal, el Dr. Usmar Lara, está de acuerdo. "Estamos muy emocionados por la apertura porque vamos a poder visitar a nuestros familiares, a nuestros amigos", dice en español. "Estamos esperando con ansia el ocho de noviembre porque ciudades hermanas tenemos que vivir juntos".
Resolver cómo vivir juntos durante los últimos veinte meses ha sido complicado. Pero las ciudades se las han arreglado para seguir conectadas en pequeños aspectos.
En mayo, los padres en Ojinaga obtuvieron un permiso especial para cruzar a Estados Unidos y ver a sus hijos graduarse en el instituto de Presidio. Y en algunas ocasiones, el Cuerpo de Bomberos de Ojinaga ha podido acudir a Presidio para ayudar a combatir los incendios forestales.
Sin embargo, las excepciones fueron pocas. Y las consecuencias de las restricciones van más allá de lo económico: para muchas familias con parientes en ambos lados, como la del alcalde de Presidio, John Ferguson, significaron la pérdida de momentos cruciales juntos.
"En junio, pregunté a la aduana de EE.UU., en concreto al director del puesto fronterizo, si podría haber algún permiso para que mi yerno pudiera venir a ver el nacimiento de su hija", dice. Pero Ferguson no consiguió el permiso. Y su yerno, que vive en Ojinaga, no pudo conocer a su hija recién nacida hasta que la trajeron a México.
En el puerto, camioneros mexicanos como Efraín Olivas Mendoza se preparan para el gran día en el puesto fronterizo. El trabajo de Olivas Mendoza -transportar mercancías a Estados Unidos- fue considerado "esencial", por lo que se le permitió seguir cruzando durante la pandemia. Ahora, está preocupado por el aumento del tránsito. Incluso cuando las restricciones de viaje redujeron el número de personas que cruzaban, tardó varias horas en cruzar a Presidio en un día de mucha congestión vehicular.
"Pues, va a ser un poco difícil", dice Olivas Mendoza en español. "Vamos a tener que tener paciencia porque la línea va a estar larga".
El director del puerto, Jesús Luis Chávez, dice que sí espera ver un aumento en los tiempos de espera. Él dice que los visitantes pueden ayudar por tener todos sus documentos listos -- incluido, para los visitantes no ciudadanos, el comprobante de vacunación. Y dice que los funcionarios de aduanas del puerto planean hacer lo que puedan para que las cosas se muevan rápidamente.
“Tenemos cuatro carriles disponibles, y si necesitamos abrirlos, estarán abiertos”, dice Chávez.
Mientras tanto, el administrador de la ciudad de Presidio, Brad Newton, dice que el pueblo está lista para que las cosas vuelvan a la normalidad:
"Presidio y Ojinaga, a pesar de la política y las fronteras internacionales y todo, pensamos que estamos todos en la misma ciudad, con una frontera inconveniente entre nosotros."
Después de casi dos años de restricciones, agrega: "Estamos contentos de que nuestra familia vuelva a casa".